La Mitología contada Cap. VI – Neptuno y las ninfas marinas Cap. XIII – Esculapio – Hebe – Némesis – Los cíclopes – Argos Cap. XIV – Atlas – Mercurio – Lares – Penates Cap. XV – Infierno, Averno u Orco Cap. XVI – Éolo – Bóreas – Zéfiro – Eco – Proteo Cap. XVII – Animales fabulosos Cap. XVIII – Divinidades Campestres Locuciones tomadas de la Mitología Historia de los héroes y semidioses de los griegos Cap. II – Teseo, Cadmo y Jasón Historia de los hombres célebres de Grecia |
La Mitología contada a los niños e historia de los grandes hombres de Grecia Fernán Caballero (1796-1877) |
Historia de los hombres célebres de Grecia – Capítulo XIX – MilcÍades y CimónMilcíades general ateniense, fundó una colonia en el Quersoneso, en Tracia, después de haber vencido a los pueblos que a ello se oponían. Habiendo los persas declarado la guerra a los atenienses, vinieron con 300.000 combatientes sobre Maratón, pequeña ciudad situada a orillas del mar. El ejército ateniense no contaba sino 10.000 hombres y diez jefes, que se unieron todos bajo el mando de Milcíades. Este hábil general colocó tan acertadamente sus tropas, que aunque al principio cedieron, se recuperaron y vencieron a los persas, que tuvieron que volverse a embarcar con gran pérdida. Esto fue 490 años antes del nacimiento del Señor. Algunos años después le dieron el mando de 70 buques que aprestaron para castigar las islas que habían favorecido como aliadas a los persas. Conquistó varias, y estando sitiando a la de Paros, tuvo aviso que llegaban los persas con fuerzas muy superiores, y tuvo que regresar. Una grave herida que había recibido, le imposibilitó de aparecer en público, de lo que se aprovechó un enemigo suyo para acusarle de estar en connivencia con los enemigos, por lo cual fue condenado a ser arrojado al Baratro, que era una sima que había en Ática, en la que se arrojaban los criminales condenados a muerte. El magistrado se opuso a tan cruel sentencia, y sólo pudo lograr, recordando los muchos y buenos servicios prestados a la república por Milcíades, que se conmutase la pena de muerte con una multa de 50 talentos, que no pudo pagar, y fue encerrado en una cárcel, donde poco después murió de resultas de su herida. Su hijo Cimón pidió prestados los 50 talentos para rescatar el cadáver de su padre y darle sepultura. Cimón siguió con gran valor y fortuna la honrosa carrera de las armas que había sido la de su padre. Conquistó las mejores plazas y los mejores aliados que tenían los persas en Asia; destruyó sus ejércitos y sus escuadras, lo que obligó al rey de Persia a hacer un tratado de paz muy honorífico y ventajoso a los griegos. Cimón fue en la paz hombre tan superior como lo había sido en la guerra; pero no igualó a otros en la ciencia del gobierno, y sus frecuentes ausencias, y su excesiva franqueza, llegaron a causarle el dolor de verse impuesto el castigo del ostracismo, que era un destierro de diez años. Bien pronto lo necesitaron y lo mandaron a llamar para darle el mando de un ejército destinado a ir a Egipto; pero no pudo cumplir su cometido, porque murió en la isla de Chipre 449 años antes de la Era cristiana. |
La Mitología contada a los niños e historia de los grandes hombres de la Grecia – MILCÍADES Y CIMÓN, generales atenienses
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